

Un mundo de posibilidades: cómo la poesía enriquece el lenguaje de los niños

La poesía y el lenguaje están indisolublemente unidos. El lenguaje es un complejo sistema de comunicación que nos permite expresar pensamientos, ideas y emociones o transmitir información sobre el mundo que nos rodea. Y la poesía es una de las formas más bellas que puede adoptar el lenguaje.
En la poesía, el lenguaje se transforma en algo más que un medio de comunicación. Es un juego creativo donde se desafían las convenciones gramaticales y se exploran nuevas formas de expresión. Así, las palabras se utilizan de manera más ingeniosa y poco convencional que en el día a día, pudiendo usar el lenguaje figurado, sintaxis inusuales o estructuras no convencionales para crear nuevos significados o efectos.
Además, la musicalidad inherente de la poesía, con sus ritmos, repeticiones y rimas, crea una experiencia sensorial única que la hace ser recordable. Por ello, acercarlos a la poesía, independiente de su edad, es crucial para familiarizarlos con el lenguaje y lograr que aprendan a usar nuevas palabras, conectándolos con la relevancia de la escritura, la lectura y el aprendizaje.
La importancia de estimular el lenguaje desde prequeños
Nunca es demasiado pronto para presentar la poesía a los niños. Puedes empezar desde sus primeros días de vida. Cantarle canciones infantiles o recitar rimas a tu bebé puede ser una experiencia transformadora, que no solo fomentará el vínculo emocional entre vosotros, sino que ayudará a crear bases sólidas para el desarrollo del habla de tu pequeño, su lenguaje y comunicación.
La repetición suave ayuda a ampliar la conciencia de los bebés sobre las palabras y los sonidos. Y, a medida que crecen, la exposición a la poesía les brinda una valiosa riqueza lingüística. A través de la escucha y la lectura de poemas, los niños absorben nuevas palabras, estructuras gramaticales y expresiones idiomáticas.
Al año de vida, los bebés ya dominan dos o tres palabras, lo que aumenta a entre 50 y 250 a los dos años, y a alrededor de 900 a los tres años. En cada etapa puedes usar la poesía, como a la literatura, para incrementar su vocabulario. Libros con imágenes que expongan cada concepto son muy útiles para que asimilen los significados de palabras, tanto de aquellas que le son cercanas por la rutina (como el baño o la comida) como otras que quizás no están en su entorno (como algunos animales o el espacio).
Sobre todo en el periodo en que comienzan a hacer preguntas, es adecuado que exploren todo el lenguaje posible, para enriquecer su vocabulario y favorecer la comprensión de conceptos cada vez más complejos.
Esta estimulación permite el crecimiento lexical y el pensar lógico del niño, señala Pablo Félix Castañeda, en el libro El lenguaje verbal del niño. Esto influye en su aprendizaje y más tarde también en el desarrollo de la inteligencia, el rendimiento escolar y, en general, en el desarrollo de su personalidad y ajuste al medio.
Contra las palabras parásitas y el lenguaje de móvil
Hoy en día, el uso de las redes sociales está contribuyendo al empobrecimiento del lenguaje. Se tiende al uso de emojis y de abreviaturas que no respetan la ortografía, lo que se suma a otro problema de larga data: el uso de las muletillas o palabras parásitas, un recurso oral que sirve para complementar el discurso o mantener el interés, pero en realidad, no aporta significado a la frase.
“Pues nada”, “en plan”, “o sea”, “¿lo pillas?”, son solo algunos ejemplos, cuyo empleo constante deja en evidencia la falta de mensaje y las carencias lingüísticas de quien las emplea. ¿Cómo contrarrestarlo?
Leyendo mucho. Milagros Tapia Montesinos, del blog De la evidencia al aula, explica que el número de palabras que los estudiantes deben aprender es, en promedio, 2.000 a 3.000 al año. Conocer nuevas palabras no solo les ayudará a expresarse mejor y con las palabras precisas, sino que también está fuertemente relacionado con su éxito académico.
Aquellos estudiantes que tienen un vocabulario extenso pueden entender nuevas ideas y conceptos más rápidamente que los estudiantes con un vocabulario limitado. Existe una alta correlación entre el conocimiento de las palabras y la comprensión lectora, por lo que si los estudiantes no aumentan de manera adecuada y constante su vocabulario, la comprensión lectora se ve afectada.
Impulsar la lectura y escucha de poesía desde pequeños les ayuda a convertirse en lectores fluidos. ¿Por qué la poesía? Porque al no ser un simple texto, cautiva sus sentidos, permitiéndoles explorar el lenguaje de una manera más creativa y significativa.
Escribir poesías, además puede contribuir a que aprendan a revisar sus ideas y que logren ser más precisos con las palabras que usan. Este proceso de exploración y experimentación no solo mejora sus habilidades de escritura, sino que también fortalece su comprensión del lenguaje y su capacidad para comunicarse de manera efectiva. ¡Acerca a tus pequeños a la poesía y compruébalo!
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